Una vez don Silvio Caiozzi, destacado director de cine
chileno, dijo que el mundo del vino compartía la pasión y creatividad con el
mundo del cine, lo que hizo que se aventurara en esa gran serie que fue “Descorchando
Chile” (www.descorchandochile.cl),
en la que nos deja muy claro que aquellos vínculos son muy reales.
Desde entonces, de vez en cuando y de cuando en vez, me da
vueltas esa idea en la cabeza. Pero hace
un par de días hizo un giro inesperado.
Como saben, se realizó la entrega de los premios Oscar (http://oscar.go.com/nominees) y su
resultado señala, a mi modo de ver, además de la unión del ímpetu y el invento
entre los dos mundos, una suerte de tendencia similar en ambos.
La película ganadora, “The Artist”, obtuvo 5 de las 10
nominaciones al Oscar a las que aspiraba, incluyendo 3 de las 4 más importantes
como son mejor película, mejor actor principal y mejor dirección. No se necesita ser un experto en cine para
asentir que constituye un ejemplo de audacia de su escritor y director Michael
Hazanavicius al reflotar un formato extinto a la hora de transmitir su mensaje
al público: cine mudo y en blanco y negro.
Queda claro que una buena historia, buenos actores y un buen director juntos
pueden prescindir de efectos especiales, color, hasta diálogos. Aún así, poder encantar al que está en la
butaca.
Por su parte, en el vino también tenemos esta trilogía, un
buen lugar, una buena uva y un enólogo inspirado puede prescindir de los efectos
especiales dados por los adelantos tecnológicos de nuestro tiempo, y así volver
a lo simple, a lo que supuestamente la tierra junto a la planta nos tiene
preparado. En alguna medida volver a los
orígenes, aquéllos de gente sabia que fue capaz de obtener las variedades de
las que hoy nos jactamos con no más tecnología que un tonelero, la broncería, las
manos y los pies. Es justamente la tendencia
entre varios: hacer vinos dejando que la tierra de la pauta.
Es interesante ver cómo los seres humanos premiamos la
simpleza en este tiempo de información instantánea y global, con gadgets que
nos ayudan pero que no entendemos, con una, a ratos asfixiante, conexión al
mundo que nos impide mirar hacia el propio.
Quizá ahí está el éxito de “The Artist”, con herramientas centenarias la
realización de un oasis que nos aterriza en nuestra esencia mientras transcurre
la vorágine actual.
Después de comprender que esta unión de caminos nos hace
bien no puedo menos que esperar a tener una copa de vino para verla.
Saludos
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