miércoles, 7 de marzo de 2012

Vino y modelos matemáticos


En la universidad nos enseñaron que con las fórmulas matemáticas correctas y los datos necesarios éramos capaces de predecir el comportamiento de un cultivo específico.  Así, en una determinada latitud, fechas, unos nutrientes conocidos en el suelo, suficiente agua, más otros datos climáticos como horas de sol, temperatura y otros, y sin duda información fisiológica de la propia planta de que se trate, podemos estimar con bastante certeza cuál será el resultado de casi cualquier vegetal.  Diría que es una de las partes ingenieriles de la agronomía: entender las plantas a través de los números, o “modelos”.

En la viticultura también se echa mano a los números, y no pocas veces.  Por ejemplo, cada año se retira del campo una fruta que tiene entre 5 y 10 gramos por kilo de nitrógeno (el principal nutriente de las plantas).  El viticultor sabe que tarde o temprano debe reponer esa cantidad pues el suelo tiene una capacidad limitada de hacerlo (también calculable), especialmente en el largo plazo.

Lo que me llama la atención es que los modelos no aplican en el vino.  Y no es que no me guste la ingeniería pero, por más que intentemos poner números, tanto en el viñedo como una vez dentro de la bodega, no hay modelos, que yo sepa, que logren predecir lo que será un vino.  Podemos tener una buena aproximación, pero nada decidor.  Más aún, en la bodega es frecuente encontrar dos vinos que logran un nivel superior sólo después de ser mezclados entre sí.  Puesto de otra forma, la mezcla de dos vinos con nota 6 (de 7) puede alcanzar nota 6,5 ó más, mientras, la matemática diría que la mezcla debiera seguir teniendo nota 6.   

Bueno, para ser justos, el día que tengamos un modelo matemático para el vino lo tendremos antes para el ser humano, ¿no?, al final, se trata de lo impredecible que somos con nuestros sentidos.  En buena hora para nosotros los enólogos pues pasará un buen tiempo hasta que una máquina nos reemplace!
Saludos

No hay comentarios: